Sentado en la silla de roble de San Eduardo, considerado el mueble más antiguo del Reino Unido y colocado sobre un piso de mosaico medieval, Carlos III fue coronado tras recibir las distintas insignias reales, que simbolizan las responsabilidades como el jefe de Estado británico hasta el día de su muerte.
El soberano quedó velado por un panel de tela bordada con motivos de ángeles y un árbol con 56 hojas que representan a cada uno de los países de la Commonwealth, bendecida en la Capilla Real del Palacio de St James hace una semana. Durante la unción, el coro entonó la pieza “Zadok the Priest”, compuesta por Georg Friedrich Handel para la coronación de Jorge II, en 1727.
Acompañados por miles de militares y miembros de la realeza, los monarcas regresarán en una nueva procesión al Palacio de Buckingham, donde acompañados por su familia saludarán a la multitud desde el balcón.
No obstante, no todos los británicos están felices con la histórica coronación. Horas antes del evento un grupo de activistas antimonárquicos estaba sacando de un camión sus pancartas con el lema “No es mi rey”, cuando la policía detuvo a varios de ellos. A pesar de los fracasados intentos de manifestaciones, a pocos metros de allí, miles de admiradores de los monarcas se agolparon desde primera hora de la mañana para ver pasar a los reyes, algunos desde hace días, tras las barreras colocadas en The Mall, la gran avenida que parte del Palacio de Buckingham. Con información Deutsche Welle