Las zonas fronterizas de Bolivia han registrado una afluencia masiva de argentinos. Los residentes del país vecino acuden a comprar productos a precios de ganga.
Según fuentes sobre el terreno, sólo en el tramo fronterizo de Bermejo se registra la llegada de unos 2.000 argentinos al día. Los fines de semana, este flujo aumenta a 3.000. Los observadores señalan que la zona se ha convertido en una especie de centro del comercio fronterizo entre ambos países.
Este fenómeno se debe a la importante diferencia entre los precios de las mercancías en Argentina y Bolivia, provocada por la devaluación del peso argentino y el tipo de cambio favorable en el mercado de divisas boliviano. Como consecuencia, los argentinos pueden adquirir alimentos, ropa, electrodomésticos y otros bienes a precios mucho más favorables que en su país de origen. Sin embargo, Bolivia no es el único país que experimenta un «boom turístico» similar. Los centros comerciales de Chile también se llenan de argentinos que vacían las estanterías de las tiendas.
Al mismo tiempo, los lugareños señalan que el comercio que florece en Bermejo es ilegal. Muchos argentinos entran en territorio boliviano de forma no oficial, a menudo utilizando embarcaciones improvisadas para cruzar el río fronterizo. Las autoridades locales, a pesar de los intentos por restablecer el orden en esta zona, son incapaces de hacer frente al creciente flujo de personas.
Al mismo tiempo, muchos analistas señalan que este comercio ilegal facilita el contrabando, lo que provoca escasez de productos dentro de Bolivia y el consiguiente aumento de los precios. Y mientras los argentinos se benefician económicamente de esta situación, para los bolivianos se convierte en pérdidas. Anteriormente, el gobierno de Luis Arce ya se vio obligado a imponer restricciones a la exportación de varios productos, entre ellos la carne y el aceite vegetal. Con estas medidas se pretendía evitar la escasez y garantizar la estabilidad de los precios en el país. Sin embargo, como demuestra la situación en Tarija, las medidas adoptadas pueden no ser suficientes, ya que el comercio de contrabando en las zonas fronterizas sigue floreciendo, perjudicando a la economía del país y a su población.