Hace un tiempo, leí un artículo que explicaba como el tiempo estaba transcurriendo más rápido de lo normal, a partir de que la rotación de la tierra estaba aumentando su velocidad… A ciencia cierta, no soy física o astrónoma para hablar de eso con exactitud, pero como habitante de este planeta, si vengo sintiendo que los días pasan en un abrir y cerrar de ojos… De pronto, un día tenías 6 años y estabas cantando Floricienta y ahora tienes 24 años, sigues disfrutando esas canciones y estás emocionada porque vas a ir al concierto… Sí, 18 años después, pero vas a poder verla en vivo como lo soñaste a los 6 años.
Y sí, hay cosas que, sin importar el tiempo ni el espacio, nos seguirán haciendo viajar a través de la ilusión, así como hay otras cuyo dolor o tristeza, se sienten tan palpables como lo fueron el día que ocurrieron… Hay cosas que viviste en la infancia o en la adolescencia, que aún duelen como si estuvieses atascado en el preciso momento en el que te sentiste abandonado, excluido o herido.
La pregunta como brújula – Nicolet Di Verde
Me parece gracioso que cuando éramos niños, soñábamos con crecer porque pensábamos que así solucionaríamos todas las cosas que a nuestra edad en ese entonces parecían imposibles. Miro hacia atrás y me río al recordarme a mí misma diciendo: “Cuando tenga 25 años, ya no tendré que preocuparme por esto, porque seguramente haré lo que me dé la gana” o “No veo la hora de ser adulta y poder tomar mis decisiones”, está bien haber creído desde corta edad en la autonomía, pero atribuirle mágicamente a la adultez esta postura resolutiva, es solo otra de las mentiras que conscientemente nos decimos para salvaguardarnos en el futuro.
A los 25 años no vas a tener resuelta tu existencia por completo, ni tampoco a los 30 años, porque socialmente seas visto como alguien que haya acumulado 3 décadas de experiencias y que lógicamente va a saber responder tanto a lo ejecutivo como a lo emocional en su contexto. La cruda verdad es que no creo que haya ningún escalón etario que certifique que eres apto para conducirte con idoneidad en tu existencia, pero sí creo que los tropiezos y las experiencias no son en vano…
¿Para qué creo que sirven tantos desencuentros, encuentros, aprendizajes, desilusiones e ilusiones? Pues para mí, la clave ha estado en las preguntas… A medida que crezco, me veo retada por otras situaciones, me veo en la necesidad de replantearme un par de cosas y allí solo encuentro preguntas… Preguntas que a veces no tienen una respuesta clara; preguntas que me llevan a otras preguntas; preguntas que a veces me respondo un largo tiempo después, pero preguntas que se presentan como avisos, advertencias, señales o nuevos destinos en el camino.
Incluso cuando la vida en ocasiones se vuelve pesada por cuestionarme continuamente las cosas, prefiero vivir haciendo reflexión para transitar mis experiencias con propósito, en lugar de suponer o ignorar los costados más significativos de las mismas.
A pura letra, Nicolet Di Verde.
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