Familiares y allegados de Jéssica Carolina Rodríguez, madre de la pequeña Franyelis Véliz Rodríguez, pidieron a las autoridades pertinentes que sea liberada.
La señora de 34 años de edad fue detenida por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de la subdelegación de Mariara, municipio Diego Ibarra, el pasado 24 de octubre, a pocos minutos de haber recuperado el cadáver de la niña de 5 años en el fondo del pozo séptico de su casa, en Tronconero, Guacara.
Dos días después, la mamá de la menor fue llevada ante el Juzgado Primero de Primera Instancia de Funciones de Control del Circuito Judicial con Competencia en Materia de Delitos de Violencia, del Palacio de Justicia de Valencia. Durante la audiencia de presentación de cargos, desarrollada a la par del funeral de la criatura, su madre fue imputada por el delito de complicidad por omisión.
El juez encargado de su caso, Yester Quintana, dictaminó una medida preventiva de libertad en su contra y, desde entonces, Jéssica aguarda en los calabozos de la Policía Científica en Mariara, a la espera de su audiencia preliminar.
“Jéssica es otra víctima”
El pasado viernes, la abogada Marbelys Reyes asumió la defensa de la detenida que antes estaba en manos de Neigmar Rivas Alcina, asignada por la Defensoría Pública.
Reyes, oriunda de Guacara y conocida de la familia Rodríguez, aclaró que aunque ahora la defensa es privada, no cobrará honorarios.
“Hago esto porque queremos que los derechos de Jéssica no sean vulnerados, mucho menos en un momento tan difícil para una madre. Es otra víctima de este atroz hecho. No la dejaron velar ni enterrar a su hija, tampoco ha recibido asistencia psicológica y sus otros hijos, incluyendo a dos menores de edad, están necesitando de ella ahora más que nunca”, consideró.
Una mujer trabajadora
La mamá de Franyelis trabajaba en Agrovivero Los Petroglifos, ubicado en Tronconero, desde junio de 2021. La encargada del establecimiento, Marilín Barboza, aseveró que era una de las empleadas más responsables y colaboradoras. “Esa muchacha llegaba siempre puntual a la hora de entrada. Si había algún inconveniente, solicitaba permiso. Por lo general lo pedía para alguna reunión en la escuela de la niña o para llevarla al médico”, comentó.
Barboza también explicó que cuando la abuela de la pequeña, Elizabeth González, estaba indispuesta para cuidarla, Jéssica se llevaba a la apodada cariñosamente como “Purri” hasta el vivero. “Se traía a la niña y la sentábamos en una sillita. Ella estaba siempre pendiente de su hija”.
“Jéssica le echaba pichón al trabajo. No te podemos decir otra cosa porque de verdad que trabajaba y era muy responsable con sus hijos”, aseguraron al equipo de Notitarde las compañeras de la privada de libertad, María y Elizabeth Coronel.
Comunidad solidaria
En conversaciones con Barboza también se pudo conocer que tanto los trabajadores del vivero como los conocidos de Jéssica han prestado su apoyo para hacerle llegar alimentos hasta su celda y cubrir los gastos del papeleo del caso. “Hemos organizado rifas y los mismos clientes que la conocen a veces hasta aportan un poquito más. Con eso hemos ayudado a Jéssica y a su familia. Y de ahí también se sacan las copias que necesite la abogada. Solo esperamos que la liberen pronto”, detalló.
“Si fuera mala persona, o mala madre, nadie de la comunidad habría prestado su apoyo. Aquí están todos preocupados, y los que han podido de una u otra forma han colaborado”, añadió Ani González, vecina del callejón La Gracia de Dios y prima de Franyelis.
Claman por su mamá
Elizabeth González es quien ha estado llevando ropa limpia y alimentos a su hija en el calabozo del Cicpc. La señora manifestó su angustia por la salud física y mental de Jéssica, a quien ha visto muy deprimida y con menos peso. Aprovechó la visita del equipo reporteril de esta casa editora para exigir su liberación y ayuda psicológica. “Pido justicia para que me la suelten. Ella no tiene nada que ver con el asesinato de la niña. ¿Qué madre va a querer que le hagan eso a su hija?”.
Carlos (14) y María Elizabeth (18), los hijos mayores de Jéssica, también expresaron su pesar por su madre. Les aflige que no han podido verla ni abrazarla en este duro proceso de duelo. “Queremos abrazar a mi mamá”, dijo el adolescente.
