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sábado, diciembre 21, 2024

Experiencias en niebla – Nicolet Di Verde

Existen de momentos en la vida donde uno se siente atravesando una autopista en un carro, cuyo parabrisas está totalmente cubierto por la niebla y aunque trates de limpiarlo, se hace imposible visibilizar con claridad lo que está frente a ti; la sensación es desesperante porque, aunque intentas mejorar la situación, pareciera que los esfuerzos que realizas son insuficientes ante la niebla. Creo que así se sienten los periodos en donde es imposible reconocerte a ti mismo. Esos periodos donde, sin importar lo que hagas, nada es suficiente, coherente, adecuado o efectivo, ya que hay una niebla que no te permite ver lo maravilloso que estás creando, construyendo o ejecutando.

 

Este ha sido el tema que ha sido protagonista de mis conversaciones recientemente, porque me encuentro escuchando o diciendo cosas como: “La verdad no veo nada bueno en mí”, “No sé qué puede aprender alguien de mí”, “No siento que haya nada bueno que destacar en eso que hice”, entre otras tantas frases y pensaba qué difícil puede hacerse la experiencia de vivir, si la niebla se vuelve un bucle y ni siquiera encuentras atisbos de claridad en el camino.

 

No creo que sea idóneo generalizar como una lista de signos y síntomas por qué esto sucede, es decir, los motivos o las causas que impidan reconocernos o darnos una palmadita en la espalda, cuando genuinamente las cosas estén tomando buen curso, pero lo que he observado es que a veces puede relacionarse a la presencia de exigencia, que puede funcionar como un motor para alcanzar logros, pero también como un látigo, donde no hay lugar para las caricias o los estímulos empáticos, solo se trata de anular los méritos propios y los avances ni siquiera son reconocidos de la forma que lo merecen.

 

Cuando hay niebla, a veces lo que toca es detener el carro por un momento, orillarse e intentar mantener la calma, entendiendo que esto no depende únicamente de nosotros y que el hecho de que no esté, es una cuestión de tiempo, que pacientemente debemos esperar… Pues en la vida, a la niebla del no-reconocimiento, a veces hay que detenerse, no para centrarse en que ella está presente porque eso ya lo sabemos, sino para ver todo lo que hemos recorrido, los recursos que hemos puesto en práctica, la compañía que ha ayudado a limpiar nuestro parabrisas y a intentar disfrutar de lo que tenemos al frente en este momento; algunos tendrán al frente la familia que han construido, los títulos académicos que han conseguido, el cuadro que pintaron a lo largo de un año, puede variar, evidentemente, pero no tengo dudas que siempre habrá algo que sea una evidencia de que no solo existe niebla.

 

Permitirme ver más allá de la niebla, no ha sido algo perenne e irrevocable, ha sido algo doloroso, dinámico, movido, sorpresivo, pero siempre que lo logro, termina siendo apacible reconocerme desde lo que está claro: la niebla del no-reconocimiento como la de la autopista no va a desaparecer mágicamente, aunque sea desesperante, qué valioso es la invitación que me hace a detenerme a no mirar a través del parabrisas, sino a mirarme a mí misma, donde está el verdadero pronóstico del clima.

 

Así que me despido por hoy con una pregunta, si ya vimos que no se trata de mirar a través del parabrisas, ¿Con qué te encuentras cuando te toca mirarte a ti mismo?

 

A pura letra, Nicolet Di Verde.

Instagram: @psic.nicoletdiverde / Gmail: [email protected]

 

 

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