Todo comenzó cuando la policía respondió a un llamado sobre un disturbio en un Burger King de Union Carolina del Sur, donde dos mujeres estaban discutiendo con el personal y alterando el orden público. Las mujeres fueron arrestadas, pero los problemas no terminaron ahí.
Dos días después, se presentó una denuncia en el mismo lugar, alegando que a los clientes les habían servido papas fritas sucias. Tras investigar, se descubrió que la asistente del gerente del local, Jaime Christine Major, de 39 años, había tomado papas fritas de la basura, las puso en la estación calentadora y luego las cubrió con papas fritas recién preparadas,sirviéndolas a los clientes desprevenidos.
La mujer fue arrestada y acusada de manipular maliciosamente productos alimenticios. El juez municipal impuso una fianza de 20.000 dólares, que Major no pudo pagar, lo que resultó en su detención. De ser hallada culpable, podría enfrentar una pena de hasta 20 años de prisión.
El escándalo ha generado revuelo, y los representantes de Burger King se han pronunciado afirmando que estas acusaciones no reflejan el compromiso de la marca con la calidad de la comida y el servicio a los clientes. El franquiciado del restaurante ha estado cooperando con las autoridades durante la investigación, pero se mantienen cautelosos al dar detalles debido a que el asunto está sub judice.
El incidente ha puesto de manifiesto la importancia de la integridad y la ética en la industria alimentaria, y se espera que se tomen medidas adecuadas para evitar que situaciones similares ocurran en el futuro.
